El escuchar es un arte que no se obtiene fácilmente, pero en él hay belleza y gran comprensión. Escuchamos con distintas intensidades de nuestro ser, pero nuestro escuchar es siempre con una idea preconcebida o desde un punto de vista particular. No escuchamos simplemente; se interpone siempre la pantalla de nuestros propios pensamientos, de nuestras conclusiones, de nuestros prejuicios [...]. Para escuchar tiene que haber quietud interna, una atención relajada; hay que estar libre del esfuerzo de adquirir. Este estado alerta y, no obstante, pasivo, puede escuchar lo que está más allá de la conclusión verbal. Las palabras confunden; son sólo medios exteriores de comunicación; pero para comunicarnos más allá del ruido de las palabras, en el escuchar tiene que haber una pasividad alerta. Los que aman pueden escuchar; pero es extremadamente raro encontrar a alguien que escuche. Casi todos vamos tras de resultados, queremos alcanzar metas; estamos siempre venciendo y conquistando; en consecuencia, no escuchamos. Sólo cuando uno escucha, oye la canción profunda de las palabras.
(Tomado de: El libro de la vida, J. Krishnamurti, 1996)